Hace unos
meses, creo que en julio, unas semanas después del Dolly Festival de 2019, una
idea efímera cual estrella fugaz atravesó mi mente escasa. Para entonces estaba
esperando solo a un keko, o tal vez a dos, no lo recuerdo. Pero ya empezaba a
tener mono de algo nuevo cuando vi a Sandricola hacerse con una pequeña keka de
vinilo para customizarla como su mini-yo. No tengo ningún conocimiento de
muñecas de vinilo, así que no sabría decir qué modelo es, pero me suena que el
cuerpo de la keka es de obitsu 11.
El caso no
me quiero desviar del tema es que se me ocurrió que podría customizar una
keka diminuta. Que conste que nunca me han atraído las muñecas tan pequeñas
como puki pukis, ni siquiera YOSD. Pero para esto era necesario que fuera
pequeña.
Porque quería
humanizar una bacteria.
Desde que me
saqué los estudios de máster entré a trabajar a un laboratorio de microbiología
en el que hice las prácticas, uno de mis retos personales más difíciles pero a
la vez más satisfactorios. Confieso que no es la primera vez que se me ocurre “humanizar”
un microorganismo, aunque este caso sería más bien enresinar, pero creí que
podía ser divertido y original hacerlo. Así que me atreví a hacer un croquis de
cómo sería en su versión animada una de las bacterias con las que trabajo y la
más conocida: Escherichia coli.
Me atreví a
hacer un boceto y a pasárselo a Sandricola, que es la artista del dúo, y el
resultado fue lo que yo tenía en mente (obviamente mejor ilustrado).
Avancé con
el proyecto y conseguí una obitsu 11, con una cabeza X que sigo sin tener ni
idea de cómo se llama. La compré de segunda mano a sfdollcreations, que me la
vendía con unos ojitos rosas que usaría como provisionales.
Posteriormente,
Sandricola la maquilló, incluso le hicimos una peluca de lana a la que aun le faltan las coletitas…
Pero tuve problemas para conseguir sus ojos y el proyecto quedó estancado.
E.coli de
vinilo sigue esperando sus ojos, ropa, y una mejora en la peluca que nunca
llegaban. Nunca encontraba ni el momento ni las ganas de ponerme, pese a que tuviese
tiempo de hacerlo. Era como si no me acabara de motivar. Había algo que no me
instaba a seguir, algo que no cuadraba.
Y, después
de pensarlo, di con la respuesta: porque prefiero la resina. La luz iluminó el
oscuro túnel de la desgana cuando vi que la escultora española Thais de Anhais Studio creó a Numy.
Entonces enseguida
lo supe.
La Numy
tenía que ser E.coli. Para seguir en adelante con este proyecto tenía que
trasladarme a la resina y reiniciarlo de cero. Incluso descartaré el diseño que le hice.
Eso es
exactamente lo que ha pasado. Después de que terminara el BCN hobby Doll,
pregunté por el stock de Numys que sobró. Hablé con Anhais Studio para
consultar los colores —porque, madre mía, menuda decisión escoger el color de
la keka, tienen tonos súper bonitos—, y después de una ducha en la que estuve deliberando
llegué a la conclusión de que sería un color neutro, perdonad por los
tecnicismos, similar al tono que adoptan las colonias de E.coli cuando
crecen en medio de cultivo TSA.
De modo que,
sí, me llevé a mi Numy que, incluso habiéndola comprado mucho después que mis
tres kekos que están a la espera, llegará la primera. Por eso es un parto
prematuro.
Así que
bienvenida a casa, pequeñina. Gracias por llenar este vacío resinil que tengo y perdona por hacerte esperar.
Andreamonia, madre otra vez
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